lunes, 9 de septiembre de 2013

La imperfección es la cima. Yves Bonnefoy.

La imperfección es la cima

Sucedía que era preciso destruir y destruir y destruir,
Sucedía que sólo a ese precio existe salvación.

Romper la faz desnuda que aparece en el mármol,
Golpear toda forma, toda belleza.

Amar la perfección porque ése es el umbral,
Y negarla tan pronto se conoce, olvidarla a su muerte,

La imperfección es la cima.


El libro, para envejecer

Estrellas trashumantes; y el pastor que se inclina
Sobre la dicha de la tierra; y tanta paz
Como ese grito irregular de insecto
Que un dios pobre modela. De tu libro
Subió el silencio hasta tu corazón.
Corre un viento sin ruido en los ruidos del mundo.      
Lejos sonríe el tiempo, por dejar de existir.
Sencillos en el huerto son los frutos maduros.

Envejecerás
Y, al perder tu color en los árboles,
Al formar una sombra más lenta sobre el muro,
Al ser amenazada la tierra, al fin, de alma,
Retomarás el libro donde lo abandonaste,
Y dirás: Eran ésas las últimas palabras oscuras.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Hambre. Jerome Rothenberg

hambre
1
los prisioneros, sentenciados a muerte
alrededor del mundo
los escuadrones de fantasmas hambrientos casi como ejércitos
que suben y bajan por las calles
siempre detrás de tu casa
nunca enfrente
donde el muro brillante dice al mundo
"aquí vive un gigante feliz"
yo mejor me fugo
no más terror y no más pérdida de la memoria
promete el guardia
le digo: no quiero tener nada que ver con esto
aunque sea un sueño —y lo es—
en la sangre las enzimas son las mismas
todos los prisioneros están marchando y no pararán
hasta que te aplasten
hasta que tu ojo —que ya no está enfocado hacia el camino
ni hacia el letrero sobre la iluminación
del supermercado— cuelgue en tu mejilla
la quijada chueca
lejos de tu cara, la piel
peculiar, pastosa como un tipo de tierra
suelta y desmoronada
¿qué será de ti y qué será de todos nosotros
antes del tiempo del gran cambio
del milagro?
el cuerpo es una institución sin remordimiento
se me escapa sin embargo lo respeto
mucho, no obstante lo igualo con este poema
otra metáfora sobre la muerte
los ejércitos del mundo no respetan
la carne
pasan sus llantas
sobre ella, la trituran hasta hacerla sombras
con sus llantas
2
el hambre del hombre rico
no tiene fin
el hombre y la mujer, ambos insaciables
hacen papilla la carne del mundo
y la embarran sobre sus muñecas y muslos
y obedecen las deliciosas hendiduras de sus cuerpos
tratando de empujar la sustancia adentro
del gibelotte a la cazadora
los pies muertos todavía peludos
las lenguas despojadas de sus gritos
alojan los fantasmas de lágrimas
alcaparras silvestres rasguñan la carne burguesa
el hambre del hombre y de la mujer
señores del hambre
da dirección a sus vidas
ellos hablan en francés
la única lengua que los huesos entienden
cuando unos a otros se frotan los fémures contra los pezones
—hambrientos hambrientos—
cuando su propia boca sobre el coño de ella
siente el hueso muerto que se desliza adentro
desde sus temblorosos dedos
así es como los dioses hacen el amor en el cementerio
comiendo, succionando sus vidas
la mujer madre de los huesos monta
un trono de mendigos hambrientos
manos la alcanzan en la muerte
ellos acariciaban las costillas de ella
la incitaban, el hombre y la mujer
recobran fuerzas
bajo la sombra de una batidora de huevos
un nuevo vibrador, mirando
"les viandes roties, la elocuencia
"de la carne lentamente volteada
"encogiéndose
"hinchándose
"acariciada por constantes remojos
"adquiere un terso y rico barniz café
el hambre del hombre rico
lo deja marchito
porque no termina
él dice "mamita chula", le canturrea
con la voz que lo hizo famoso
se comen el sexo unos a otros
luego se comen el sexo de otros
inventan nuevas hambres
hambre de poder y de hierba
hambre de sueño e insignias
hambre de salchichas hinchadas
hambre de piernas hinchadas
hambre de los sonidos de niños hinchados
hambre de presagios
hambre de fachadas
hambre de reyes
hambre de muerte irreversible
hambre de un monumento al hambre
que sin embargo sólo el hombre rico puede inventar
esperan hambres futuras
que los sirvientes les darán a cucharadas
conducen al funeral y a gimnasios
unos y otros se dejan dólares tostados en los platos
el hambre del hombre rico
se alarga hacia la luna
quiebra el mundo a la mitad
y lo reparte
primero a su novia, su amor
se deshacen en lágrimas
la banda toca "satisfaction"
pero ellos siguen comiendo
"hasta el fin del tiempo"

viernes, 6 de septiembre de 2013

La Producción Social del Hábitat ante el quehacer arquitectónico*

*Ensayo escrito originalmente para el foro estudiantil Deriva Arquitectura, del taller Max Cetto. Facultad de Arquitectura de la UNAM.

Creo que en arquitectura mucho más es posible y que nuestros tempranos intentos
occidentales” por definirla representan un fracaso que ya no tenemos que tolerar.”

Frase del poeta Jerome Rothenberg.
Él hablaba sobre poesía, pero nos
tomamos la licencia de hacerlo hablar de arquitectura.


Frente a las posibilidades inmensas de estructuración física del mundo habitable,
los edificios más trascendentes de la mitología arquitectónica no pasan de ser objetos mínimos,
que reflejarán algún día, un enajenamiento pasajero y narcisista de la transformación”

Alberto Saldarriaga. La Transformación Arquitectónica.

"La subyugación de las fuerzas naturales, las máquinas, la aplicación de la química a
la industria, y a la agricultura, la navegación a vapor, los ferrocarriles, los telégrafos eléctricos, la roturación
de continentes enteros, la canalización de los ríos, las poblaciones surgiendo de la tierra como por encanto,
¿Qué siglo anterior había sospechado que semejantes fuerzas productivas durmieran en el seno del trabajo social?"

Karl Marx. Cuadernos sobre la tecnología.


El ensayo es una herramienta muy útil para reflexionar y cuestionar aspectos que damos por sentado en arquitectura. O podría serlo. La verdad es que su uso es prácticamente nulo en las aulas de esta facultad ¿Cuantos profesores dejan ensayos para hacer reflexionar a sus alumnos en sus asignaturas? Quizá esa pregunta es demasiado elaborada aún. Demos un paso atrás: ¿Cuántos profesores podrían definir correctamente qué es un ensayo? Y suponiendo que existieran (concedamos esa posibilidad, estamos aquí de buena fe) el problema no es ese (quiero decir, no sólo es ese) un ensayo con sólo un lector debe ser una de las formas mas aburridas de interacción y más inútiles para difundir y discutir ideas. Lo interesante y valioso, la oportunidad que si otorga la universidad, es la posibilidad del intercambio de ideas diversas para aprender de la mayor cantidad posible de ellas. Inteligentes, desde luego, o que al menos tengan el deseo o la inquietud de intentar serlo. Tampoco se trata de tolerar cualquier disparate aunque sea uso y costumbre de esta escuela. A veces hay que saber cuando es momento de revocar viejas tradiciones.
Wikipedia sabe: un ensayo es una interpretación o una explicación sobre un tema. Que si bien se basa siempre en líneas argumentativas, no predomina en él una estructura documental estricta y el estilo es más bien libre. La polémica es deseable, sino tendríamos textos muy aburridos. Podríamos comenzar con algo como lo siguiente:

La arquitectura, con sus oxidados, viejos y mezquinos sustentos teóricos es una bomba de tiempo que se tambalea a punto de detonarse sobre nosotros; sólo se sostiene por alfileres y andamios de papel batería y madera balsa. Como si fuera la maqueta de un simulacro ingenuo, es un culto fetichista que promueve una devoción por los objetos antes de los sujetos, a los cuales desprecia, más aún si se trata de los “otros”. Ante los cuales no tiene forma de reconocerles o darles lugar en la palestra de “lo que es lo arquitectónico” debido a sus estrechas categorías mentales. Tan angostas que casi no existen.

Si el argumento de fondo es verdad, desde luego es mucho mejor para el ensayo, como en el ejemplo dado. Algo ajeno a cualquier institución que se precie ser parte de la universidad es sin duda, la irreflexión y cualquier actitud que busque cerrarse al debate, rehuirlo. Aquí ofrecemos una propuesta que no sólo abre el debate, sino que plantea un camino para superarlo y abrir otros nuevos, quizá más urgentes.

La producción social del hábitat (PSH) surgió del trabajo solidario y cotidiano, de arquitectos y muchos otros profesionales, con pobladores populares que construyeron (de hecho lo que hacían eran producir, un término más apropiado) la mayor parte de las ciudades latinoamericanas durante el siglo pasado. Haciendo a las poblaciones urbanas surgir de la tierra como por encanto. Viviendo y habitando barrios bajos, favelas, conventillos, ranchos, pueblos nuevos, tugurios, colonias populares, villas miseria, slums, arrabales y un largo etcétera de sustantivos que son estigmas sociales y a veces también son reivindicaciones, que constituyen una muestra de lo que es lo urbano en la modernidad capitalista, de lo que son nuestras ciudades.

Ante esto la arquitectura como quehacer, apenas y ha podido nombrarlo como “no-ciudad” o “no-arquitectura” ¿Habrá qué recordar que nunca se define algo por lo que no es? Como si un alumno fuera un no-maestro y los hombres no-mujeres. Tales son sus posibilidades intelectuales, su triste despliegue cognitivo, su flaqueza para entender un fenómeno socio-espacial ¿De verdad esta noble carrera no da para más? En lo general la arquitectura ha preferido cerrar los ojos esperando que al abrirlos la mal llamada no-ciudad desaparezca. Sin embargo lo curioso es que con la modernidad urbana también aconteció otro evento, el surgimiento de la idea de los arquitectos como especialistas y encargados de diseñar la morada humana. La "machine à habiter” para el ser humano nuevo. El ideal de la vivienda moderna, que sigue enseñándose mecánicamente, como se inventó hace casi cien años. Si de esta idea superamos el ingenuo y perverso idealismo que contiene, podríamos quedarnos con la intención, más bien humilde, de entender y aprender primero cuales son los procesos relacionados con el morar y el habitar humano.

La historia oficial de la arquitectura (esa célebre colección de postales) suele olvidar sistemáticamente que fueron muchos los arquitectos que tomaron esa senda. Que no dudaron en cruzar varias veces las fronteras disciplinares, después de todo también tan arbitrarias, de la arquitectura y el urbanismo a la sociología, la historia y la antropología. También a la política, al activismo social y a la cooperación internacional, etcétera. Gracias a estas importantes labores, fue posible construir un bagaje teórico y práctico útil para plantear propuestas de otras formas de producir vivienda, arquitectura y ciudad: los fundamentos y antecedentes de la PSH. Entre ellos están aquellos aspectos propositivos que se retomaron de los poblamientos populares, mencionemos tres fundamentales:

I. la autoproducción del hábitat, que no autoconstrucción;
II. el autoconsumo del objeto producido; y
III. la participación social.

El primero se refiere a que los pobladores, los futuros habitantes tienen el control directo en el proceso de materialización, su opinión pesa y cuenta no se le esconde ni se le da por sentado. El segundo punto nos indica que es un tipo de producción que no hace vivienda, barrio o ciudad para ponerla en el mercado. No hace mercancías, produce valores de uso. Al menos, claro, en un primer momento. Este es un aspecto sumamente interesante, porque la urbanización aceleradamente absurda que promueve la modernidad capitalista, en su necesidad de más fuerza de trabajo (ocupada y desocupada) y de más mercado para el consumo, es la misma que liberó esta forma no capitalista de producción, que yacía o que existían anteriormente en una forma más apacible y mesurada en el trabajo social. Es decir, necesitó de ella. Por esto mismo no debe haber lugar para confusiones, la autoproducción también reproduce ciertas problemáticas y vicios. En el escenario urbano contemporáneo asistimos a su despliegue casi como hipertrofia. Y a formas de participación social derivadas de ella, el tercer punto, que tienden a ser instrumentalizadas y a responder a veces a prácticas clientelistas.

Ante estas problemáticas es que la PSH plantea la construcción participativa de soluciones y respuestas. Con el desarrollo de métodos e instrumentos, si de diseño, pero también de gestión, programación, investigación, docencia, etcétera, que permitan lograr la comunicación, la discusión, el diálogo y la toma de decisiones entre la diversidad de actores presentes, acordes con el enfoque planteado por una participación equitativa y protagónica. Es decir, aquella que reconoce a los habitantes como ciudadanos. Que es la perspectiva que promueve el derecho a la ciudad.

Este es un tema inmenso, sirva este brevísimo ensayo de introducción. Sólo falta advertir que la PSH no fue propuesta sólo por arquitectos, pero habrá de reconocerles que su papel en esa historia ha sido muy destacado. Muchos, lamentablemente para nuestro quehacer, abandonaron la arquitectura definitivamente para convertirse en destacados especialistas en otros campos; los ejemplos sobran. También es importante resaltar que en esta historia, Latinoamérica no es un pequeño apéndice de un libro escrito de forma torpe, condescendiente y deprisa. Aquí es el centro mismo al cual, entusiastas arquitectos europeos y norteamericanos, vinieron para aprender a trabajar. De hecho, muchos de ellos después de estas experiencias tuvieron bastante influencia en los contextos de sus países y del mundo ¿En que asignatura de esta facultad se aprende esta rica historia? ¿Los estudiantes de arquitectura no tendrían derecho a conocerla, si es tan cercana a su realidad socio-espacial? Esta pregunta parte de una postura que he asumida como propia: La PSH es una forma de producir arquitectura, que por tanto implica una forma de concebirla y definirla, de enseñarla y practicarla. Un horizonte completo desplegado frente a nosotros que podría ayudar a superar a la arquitectura como mitología y con ello, superar sus fracasos en el momento que intentó imaginar lo espacial habitable para la humanidad desde una perspectiva unívoca, etnocéntrica, elitista, con una pobre concepción de las realidades del mundo. No tenemos que tolerar esto más: las alternativas no están tan lejos. Hay tierra a la vista. 


Abrahán Rodríguez Buendía, es arquitecto por la FA_UNAM egresado del Taller Max Cetto. Ahí es profesor adjunto de buena voluntad, en Teoría I con el mtro. José Salceda, también en el seminario de titulación de Arquitectura Participativa (ADCP), junto al mtro. Gustavo Romero y Lourdes García, destacados actores de la PSH. Estudia la maestría en urbanismo también en la UNAM, la cual sinceramente no recomendaría mucho, al menos hasta que no cambie la coordinación actual.



Twitter: @abbrahan