*Ensayo escrito originalmente para el foro estudiantil Deriva Arquitectura, del taller Max Cetto. Facultad de Arquitectura de la UNAM.
“Creo
que en arquitectura mucho más es posible y que nuestros tempranos
intentos
“occidentales”
por definirla representan un fracaso que ya no tenemos que tolerar.”
Frase
del poeta Jerome Rothenberg.
Él
hablaba sobre poesía, pero nos
tomamos
la licencia de hacerlo hablar de arquitectura.
“Frente
a las posibilidades inmensas de estructuración física del mundo
habitable,
los
edificios más trascendentes de la mitología arquitectónica no
pasan de ser objetos mínimos,
que
reflejarán algún día, un enajenamiento pasajero y narcisista de la
transformación”
Alberto
Saldarriaga.
La
Transformación Arquitectónica.
"La
subyugación de las fuerzas
naturales, las máquinas, la aplicación de la química a
la
industria, y a la agricultura, la navegación a vapor, los
ferrocarriles, los telégrafos eléctricos, la roturación
de
continentes enteros, la canalización de los ríos, las poblaciones
surgiendo de la tierra como por encanto,
¿Qué
siglo anterior había sospechado que semejantes fuerzas productivas
durmieran en el seno del trabajo social?"
Karl
Marx. Cuadernos sobre la tecnología.
El
ensayo es una herramienta muy útil para reflexionar y cuestionar
aspectos que damos por sentado en arquitectura. O podría serlo. La
verdad es que su uso es prácticamente nulo en las aulas de esta
facultad ¿Cuantos profesores dejan ensayos para hacer reflexionar a
sus alumnos en sus asignaturas? Quizá esa pregunta es demasiado
elaborada aún. Demos un paso atrás: ¿Cuántos profesores podrían
definir correctamente qué es un ensayo? Y suponiendo que existieran
(concedamos esa posibilidad, estamos aquí de buena fe) el problema
no es ese (quiero decir, no sólo es ese) un ensayo con sólo un
lector debe ser una de las formas mas aburridas de interacción y más
inútiles para difundir y discutir ideas. Lo interesante y valioso,
la oportunidad que si otorga la universidad, es la posibilidad del
intercambio de ideas diversas para aprender de la mayor cantidad
posible de ellas. Inteligentes, desde luego, o que al menos tengan el
deseo o la inquietud de intentar serlo. Tampoco se trata de tolerar
cualquier disparate aunque sea uso y costumbre de esta escuela. A
veces hay que saber cuando es momento de revocar viejas tradiciones.
Wikipedia
sabe: un ensayo es una interpretación o una explicación sobre un
tema. Que si bien se basa siempre en líneas argumentativas, no
predomina en él una estructura documental estricta y el estilo es
más bien libre. La polémica es deseable, sino tendríamos textos
muy aburridos. Podríamos comenzar con algo como lo siguiente:
La
arquitectura, con sus oxidados, viejos y mezquinos sustentos teóricos
es una bomba de tiempo que se tambalea a punto de detonarse sobre
nosotros; sólo se sostiene por alfileres y andamios de papel batería
y madera balsa. Como si fuera la maqueta de un simulacro ingenuo, es
un culto fetichista que promueve una devoción por los objetos antes
de los sujetos, a los cuales desprecia, más aún si se trata de los
“otros”. Ante los cuales no tiene forma de reconocerles o darles
lugar en la palestra de “lo que es lo arquitectónico” debido a
sus estrechas categorías mentales. Tan angostas que casi no existen.
Si
el argumento de fondo es verdad, desde luego es mucho mejor para el
ensayo, como en el ejemplo dado. Algo
ajeno a cualquier institución que se precie ser parte de la
universidad es sin duda, la irreflexión y cualquier actitud que
busque cerrarse al debate, rehuirlo. Aquí ofrecemos una propuesta
que no sólo abre el debate, sino que plantea un camino para
superarlo y abrir otros nuevos, quizá más urgentes.
La
producción social del hábitat (PSH) surgió del trabajo solidario y
cotidiano, de arquitectos y muchos otros profesionales, con
pobladores populares que construyeron (de hecho lo que hacían eran
producir, un término más apropiado) la mayor parte de las ciudades
latinoamericanas durante el siglo pasado. Haciendo a las poblaciones
urbanas surgir de la tierra como por encanto. Viviendo y habitando
barrios bajos,
favelas,
conventillos, ranchos, pueblos nuevos, tugurios, colonias populares,
villas miseria, slums,
arrabales y un largo etcétera de sustantivos que son estigmas
sociales y a veces también son reivindicaciones, que constituyen una
muestra de lo que es lo urbano en la modernidad capitalista, de lo
que son nuestras ciudades.
Ante esto la arquitectura como quehacer, apenas y ha podido nombrarlo como “no-ciudad” o “no-arquitectura” ¿Habrá qué recordar que nunca se define algo por lo que no es? Como si un alumno fuera un no-maestro y los hombres no-mujeres. Tales son sus posibilidades intelectuales, su triste despliegue cognitivo, su flaqueza para entender un fenómeno socio-espacial ¿De verdad esta noble carrera no da para más? En lo general la arquitectura ha preferido cerrar los ojos esperando que al abrirlos la mal llamada no-ciudad desaparezca. Sin embargo lo curioso es que con la modernidad urbana también aconteció otro evento, el surgimiento de la idea de los arquitectos como especialistas y encargados de diseñar la morada humana. La "machine à habiter” para el ser humano nuevo. El ideal de la vivienda moderna, que sigue enseñándose mecánicamente, como se inventó hace casi cien años. Si de esta idea superamos el ingenuo y perverso idealismo que contiene, podríamos quedarnos con la intención, más bien humilde, de entender y aprender primero cuales son los procesos relacionados con el morar y el habitar humano.
La historia oficial de la arquitectura (esa célebre colección de postales) suele olvidar sistemáticamente que fueron muchos los arquitectos que tomaron esa senda. Que no dudaron en cruzar varias veces las fronteras disciplinares, después de todo también tan arbitrarias, de la arquitectura y el urbanismo a la sociología, la historia y la antropología. También a la política, al activismo social y a la cooperación internacional, etcétera. Gracias a estas importantes labores, fue posible construir un bagaje teórico y práctico útil para plantear propuestas de otras formas de producir vivienda, arquitectura y ciudad: los fundamentos y antecedentes de la PSH. Entre ellos están aquellos aspectos propositivos que se retomaron de los poblamientos populares, mencionemos tres fundamentales:
I. la autoproducción del hábitat, que no autoconstrucción;
II.
el autoconsumo del objeto producido; y
III.
la participación social.
El
primero se refiere a que los pobladores, los futuros habitantes
tienen el control directo en el proceso de materialización, su
opinión pesa y cuenta no se le esconde ni se le da por sentado. El
segundo punto nos indica que es un tipo de producción que no hace
vivienda, barrio o ciudad para ponerla en el mercado. No hace
mercancías, produce valores de uso. Al menos, claro, en un primer
momento. Este es un aspecto sumamente interesante, porque la
urbanización aceleradamente absurda que promueve la modernidad
capitalista, en su necesidad de más fuerza de trabajo (ocupada y
desocupada) y de más mercado para el consumo, es la misma que liberó
esta forma no capitalista de producción, que yacía o que existían
anteriormente en una forma más apacible y mesurada en el trabajo
social. Es decir, necesitó de ella. Por esto mismo no debe haber
lugar para confusiones, la autoproducción también reproduce ciertas
problemáticas y vicios. En el escenario urbano contemporáneo
asistimos a su despliegue casi como hipertrofia. Y a formas de
participación social derivadas de ella, el tercer punto, que tienden
a ser instrumentalizadas y a responder a veces a prácticas
clientelistas.
Ante estas problemáticas es que la PSH plantea la construcción participativa de soluciones y respuestas. Con el desarrollo de métodos e instrumentos, si de diseño, pero también de gestión, programación, investigación, docencia, etcétera, que permitan lograr la comunicación, la discusión, el diálogo y la toma de decisiones entre la diversidad de actores presentes, acordes con el enfoque planteado por una participación equitativa y protagónica. Es decir, aquella que reconoce a los habitantes como ciudadanos. Que es la perspectiva que promueve el derecho a la ciudad.
Este es un tema inmenso, sirva este brevísimo ensayo de introducción. Sólo falta advertir que la PSH no fue propuesta sólo por arquitectos, pero habrá de reconocerles que su papel en esa historia ha sido muy destacado. Muchos, lamentablemente para nuestro quehacer, abandonaron la arquitectura definitivamente para convertirse en destacados especialistas en otros campos; los ejemplos sobran. También es importante resaltar que en esta historia, Latinoamérica no es un pequeño apéndice de un libro escrito de forma torpe, condescendiente y deprisa. Aquí es el centro mismo al cual, entusiastas arquitectos europeos y norteamericanos, vinieron para aprender a trabajar. De hecho, muchos de ellos después de estas experiencias tuvieron bastante influencia en los contextos de sus países y del mundo ¿En que asignatura de esta facultad se aprende esta rica historia? ¿Los estudiantes de arquitectura no tendrían derecho a conocerla, si es tan cercana a su realidad socio-espacial? Esta pregunta parte de una postura que he asumida como propia: La PSH es una forma de producir arquitectura, que por tanto implica una forma de concebirla y definirla, de enseñarla y practicarla. Un horizonte completo desplegado frente a nosotros que podría ayudar a superar a la arquitectura como mitología y con ello, superar sus fracasos en el momento que intentó imaginar lo espacial habitable para la humanidad desde una perspectiva unívoca, etnocéntrica, elitista, con una pobre concepción de las realidades del mundo. No tenemos que tolerar esto más: las alternativas no están tan lejos. Hay tierra a la vista.
Abrahán
Rodríguez Buendía, es arquitecto por la FA_UNAM egresado del Taller
Max Cetto. Ahí es profesor adjunto de buena voluntad, en Teoría I
con el mtro. José Salceda, también en el seminario de titulación
de Arquitectura Participativa (ADCP), junto al mtro. Gustavo Romero y
Lourdes García, destacados actores de la PSH. Estudia la maestría
en urbanismo también en la UNAM, la cual sinceramente no
recomendaría mucho, al menos hasta que no cambie la coordinación
actual.
Twitter:
@abbrahan
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